jueves, 23 de septiembre de 2010

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Cuando el "Monstruo" ruge en la Quinta Vergara




En el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar ha pasado de todo, desde grandes presentaciones hasta aquellas que han dejado mucho que desear y que han terminado siendo víctima del respetable monstruo, nombre con el cual se conoce al público que va a la galería, casi pegada al cerro que rodea al anfiteatro de la Quinta Vergara por su lado norte.
Esa sí fue metida de "Pata Pata"
Una de las primeras grandes damnificadas fue la cantante sudafricana Miriam Makeba, quien vino invitada por el gobierno de Salvador Allende en 1972, a quien, en plena actuación, le dedicó su hit bailable "Pata Pata", lo que la hizo merecedora de una de las más largas e inmediatas rechiflas que recuerde el escenario viñamarino.

Y unos años después, le toca a la coanimadora Ana María "Pelusa" Tiemann, quien fue la primera coanimadora de Antonio Vodanovic en 1976, en su primera noche, Tiemann, de entonces 19 años de edad, fue víctima de las pifias del público, ya que su inexperiencia y voz algo gangosa, fueron cosas que la Quinta no perdonó. El entonces debutante Vodanovic debió animar solo el resto del certamen.

En 1977 se puede decir que empiezan las pifias a los humoristas, artistas que han aportado las mayores rechiflas en Viña. Ese año le tocó al trío Los Muleros, y en 1978 el turno fue para Bigote Arrocet, quien tuvo gran éxito en las versiones de 1971 y 1974, en esta última terminó cantando "Libre" arrodillado en el escenario viñamarino.

Al brasileño José Vasconcellos le toca el turno en 1980, quien en un portuñol que nadie entendía, en su segunda noche, fue pifiado por el público, ya que repitió con calco su primera actuación.

Apechugó no más.
Y en 1984 Ronco Retes fue pifiado por el público, él llegaba luego de un año de ausencia del humor en Viña, y según recordó hace poco tiempo, "tomó unas copas de más", lo que hizo que improvisara, con el resultado que fue abucheado por el respetable monstruo. Retes dijo que le fue mal, y no le echó la culpa a nadie.

Y ese 1984 tuvo otra polémica, ya que en la rutina de las "soasspissas" de Hermógenes Conache, el humorista fue sacado de la transmisión de TVN (se fueron a un backstage con Ana María Salinas, animadora junto a Vodanovic ese año) , y sólo quienes estaban en la Quinta o escuchaban el certamen por radio pudieron escuchar la rutina completa. El tiro les salió por la culata a los organizadores, ya que el gran ganador con esto fue Hermógenes Conache, debido a que lo mandaban a llamar de todo Chile para que contara la rutina, la cual además se vendía como pan caliente en casettes piratas.

1985 fue un año de pifiados. Desde el muñeco gigante Cirildo, que era un jardinero inflable que se suponía, dialogaba con Vodanovic (el muñeco se asemejaba más a Los Cazafantasmas, la película en boga en esa época), hasta el desparecido cantante español Miguel Gallardo (abucheado por dedicarle su canción "Muchachita" a los "chilenitos", lo cual le valió que el público le respondiera con el más popular chilenismo terminado en on), hasta Dyango (éxito en el Festival de 1984) fue pifiado por el respetable y terminó sumido en un mar de lágrimas; ni siquiera la reina del Festival de ese 1985, María Conchita Alonso, se salvó del abucheo, al cantar en el escenario, y descubrir que cantando en vivo era un desastre por su ola de desafinaciones que asesinaban el oído hasta de sus admiradores.
Épico. Anthony y la alcaldesa quedan plop.
En 1988 se vivió uno de los momentos más tensos del Festival: en la noche de clausura (lunes 22 de febrero) El Puma José Luis Rodríguez actuó y triunfó, y el público, empezó a pedir la Gaviota de Plata (premio reservado para las competencias), fueron los 14 minutos más tensos de la historia del Festival en los cuales Vodanovic debió lidiar entre un público que se hacía sentir y las reglas establecidas. Al final, y para evitar una eternización del conflicto, la alcaldesa de ese entonces, Eugenia Garrido, debió ceder a la presión del público, y entregar el trofeo, y en eso El Puma lanza su célebre frase "A veces hay que escuchar la voz el pueblo", frase muy sensible ese 1988 por la proximidad del plebisicito que definía el futuro político de Chile.

En 1990 se vive la mayor rechilfla recordada hasta ahora: en la tercera jornada (viernes 23 de febrero), y luego de las exitosas actuaciones de Luis Miguel y la brasileña Xuxa, viene el humor junto a Sergio Feito y su hijo. Feito, quien encarnaba una imitación al candidato presidencial Hernán Buchi, fue víctima de la rechifla más recordada en el humor, con una pobre rutina que no daba ni para show colegial, duró sólo 8 minutos en el escenario. Feito después de este traspie, estuvo 2 años con depresión y se convirtió al Hare Krishna.

1992 marcó otra víctima del monstruo, que fue el cantante nacional Florcita Motuda, a quien, con un show más que visto, e inmediatamente después del cuarteto español Locomía, el público no le perdonó lo que hizo en la competencia de 1987, cuando en medio de su presentación, sacó y se puso una banda presidencial, en una época en que hablar de política era muy delicado en Chile. Luego de ese episodio, Florcita Motuda, quien trató de interactuar con el público, estuvo un buen tiempo desaparecido de la escena nacional.

1993 y 1997 fueron años de fracasos en el humor, en 1993 el argentino Pecchetti fue víctima del monstruo, con su rutina, el decía, hola negro chao, el público le respondía "chao, chao, chao".

Y pasando por una actuación del Náufrago (Jorge Franco) en 1996 y de Paulo Iglesias ese mismo año, ambas sin pena ni gloria, llegamos a 1997, cuando la víctima fue Jorge Franco, quien intentó conquistar al monstruo con una rutina estilo Festival de la Una. Fracaso rotundo, 9 minutos arriba del escenario, mientras el público pedía a gritos a Dinamita Show, dúo de mucho éxito en Viña 1996.

1998 vio dos fracasos en el humor: Oscar Gangas, y Sarah Sanders, quienes con rutinas de frentón muy malas, se llevaron el resultado esperado: una encombiable pifiadera. Sarah Sanders, quien aparecía en el programa De Pe a Pa de TVN, trató al Festival de "cutre" (rasca, ordinario).
Uyui.
El 2001 pasa sin pena ni gloria El Carmelo, personaje de Daniel Muñoz, y en el 2003 tenemos a otra víctima del monstruo, que fue Vanessa Müller, quien, con su personaje de la nana argentina, intentó conquistar al público al igual que lo hacía en Por Fin es Lunes (donde la gente se ríe por instrucciones de los coordinadores de público, no eran risas espontáneas), pero la pifiadera fue mayúscula, pese a lo cual Müller declaró que había sido una experiencia enriquecedora.

Para Natalia Cuevas, la rechifla de 2004, no tuvo nada de enriquecedora, es más, estalló en lágrimas en la conferencia de prensa tras su actuación. Lo que le sucedió es que se le olvidó el libreto y quiso salir del paso improvisando con el resultado ya conocido.

En 2008 tenemos el último gran fracaso en el humor: Salomón y Tutu Tutu, con una rutina que veíamos en Morandé con Compañia desde 2003, muy repetida la rutina habría sido la causa de aquel fracaso en Viña de esta otrora exitosa dupla humorística.
No contaban con sus gaviotas.
Para la anécdota queda lo pifiado que fue Ricardo Montaner en su rol de animador el 2005, el primer festival sin Antonio Vodanovic, quien estuvo 29 años al mando del certamen, o la pifiadera que se llevaron los animadores en 2007 (Tonka Tomicic y Sergio Lagos) quienes dieron paso a la competencia internacional cuando el público pedía a gritos que Ana Torroja regresara al escenario en una exitosa presentación.

Las pifiaderas en Viña del Mar son parte del inconsiente colectivo de nuestro país y así va a ser mientras este Festival siga, los éxitos y fracasos van a continuar en el principal escenario artístico de nuestro país.

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